Hace más de un siglo, la ciudad eslava de Chemnitz se transformó en una de las ciudades industriales más prósperas de Alemania. Conocida como la "Manchester de Sajonia" o "Rußchamtz", esta ciudad en rápida expansión se caracterizaba por sus numerosas chimeneas humeantes.
Su crecimiento se vio impulsado por los derechos exclusivos para blanquear el lino en Sajonia y su proximidad a las actividades mineras en los Montes Metálicos, lo que fomentó un desarrollo industrial temprano. La llegada de la hiladora Jenny y la máquina de vapor de Inglaterra desencadenó una revolución industrial aquí, que llevó a la producción de todo tipo de productos, desde máquinas textiles y locomotoras hasta bicicletas y automóviles.
Hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, Chemnitz albergó una parte importante de la industria armamentística alemana. Sin embargo, esto marcó el final de la ascensión de Chemnitz. La ciudad cambió de nombre y pasó a llamarse Karl-Marx-Stadt antes de volver a llamarse Chemnitz. Hoy es una ciudad en busca de su identidad, un lugar con los pies en la tierra que ofrece a sus habitantes una amplia libertad creativa sin dejar de depender de la industria. Como Capital Europea de la Cultura 2025, Chemnitz aspira a emprender un nuevo viaje, esta vez en el ámbito de la cultura.